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RIKU ONDA
ASESINATO DE LOS AOSAWA, EL

SALAMANDRA

Mientras un sofocante calor estival aletarga la ciudad japonesa de K, en la mansión de los Aosawa se celebra una gran fiesta de cumpleaños de varios de sus miembros, entre ellos el del cabeza de la familia, médico de reconocido prestigio y propietario de una importante clínica. La velada parece transcurrir con la normalidad de esas ocasiones, hasta que todo da un repentino vuelco cuando los asistentes empiezan a sentir mareos y convulsiones. En pocos minutos, diecisiete cuerpos, seis de ellos de niños, yacen en el suelo, presuntamente envenados con cianuro en las bebidas. La única sobreviviente es Hisako, la hija pequeña, y la única pista, un papel con un poema quizá dejado por el asesino. Hisako, que perdió la vista tras un accidente, se halla entre los pocos testigos de la masacre, pero apenas recuerda nada: en su confuso interrogatorio sólo habla de una habitación azul, pequeña y en penumbra, y flores blancas. Unos meses más tarde, el joven que entregó el sake aparece muerto, con una nota en la que se declara culpable del crimen masivo. La investigación se cierra de forma abrupta, pero muchos están convencidos de que hubo otras personas implicadas.

ASESINATO DE LOS AOSAWA, EL

$34.999,00
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Mientras un sofocante calor estival aletarga la ciudad japonesa de K, en la mansión de los Aosawa se celebra una gran fiesta de cumpleaños de varios de sus miembros, entre ellos el del cabeza de la familia, médico de reconocido prestigio y propietario de una importante clínica. La velada parece transcurrir con la normalidad de esas ocasiones, hasta que todo da un repentino vuelco cuando los asistentes empiezan a sentir mareos y convulsiones. En pocos minutos, diecisiete cuerpos, seis de ellos de niños, yacen en el suelo, presuntamente envenados con cianuro en las bebidas. La única sobreviviente es Hisako, la hija pequeña, y la única pista, un papel con un poema quizá dejado por el asesino. Hisako, que perdió la vista tras un accidente, se halla entre los pocos testigos de la masacre, pero apenas recuerda nada: en su confuso interrogatorio sólo habla de una habitación azul, pequeña y en penumbra, y flores blancas. Unos meses más tarde, el joven que entregó el sake aparece muerto, con una nota en la que se declara culpable del crimen masivo. La investigación se cierra de forma abrupta, pero muchos están convencidos de que hubo otras personas implicadas.